Es una cavidad totalmente inédita desde el punto de vista espeleológico, por el contrario, es conocida por algunos pastores desde hace muchos años, como lo atestiguan los abundantes restos óseos que cubren principalmente la base del primer resalte de entrada. La cavidad se localizó el 7 de noviembre de 1.993 por miembros del E.C.C. en una visita a la zona. Su boca, de 1.5 x 0.9 metros dispuesta en planta, presenta un pequeño resalta de 3.8 metros parcialmente tapizado por musgos. Morfológicamente, el fenómeno subterráneo estudiado está constituido por un conjunto de fracturas que se cortan entre sà a diferentes profundidades, alcanzando un desnivel máximo penetrable de -52.5 metros. La parte principal de la cavidad está formada por un pozo desplazado lateralmente en dirección 335o N. de unoa 35 metros de profundidad y 0.9 metros de anchura, aunque el espeleólogo, y debido a los habituales empotramientos en este tipo de morfologÃas, deberá instalar un pozo de 11.1 metros y un segundo, desplazado unos metros del anterior, de 20.7 metros. En la base de este pozo final (-43 metros de profundidad) comienza una zona bien diferenciada de la anterior, donde los derrumbes de la zona de entrada pueden afectar peligrosamente la seguridad de la exploración. Siguiendo la fractura, con una anchura prácticamente constante de 0.85 metros, en dirección NE., accedemos rápidamente a la parte inferior de un cono de derrubios procedente en su mayor parte del exterior (aunque sin una comunicación practicable para el espeleólogo) como lo confirman algunos huesos encontrados. El cono de derrubios citado es el que marca, en su extremo SW., el máximo desnivel de la cavidad entre grandes bloques empotrados. Si intentamos remontarlo, además de la acentuada complejidad que presenta (es una rampa ascendente de 50? de inclinación media, pero creciente de forma paulatina) observaremos un cambio de composición en el suelo, que pasa a ser, por primera vez, de textura mucho más fina (recordemos que nos encontramos ascendiendo un cono de derrubios a -30 metros de profundidad con respecto a la boca de entrada). Es en esta zona de la cavidad donde encontramos los recubrimientos parietales (y alguno cenital) más importantes de esta exploración, destacando más que por sus formas, por su inmaculada blancura. |