La cavidad presenta cuatro aberturas, que iluminan casi totalmente la sala que forma la cueva. De estas tres entradas, la principal y más accesible se abre al pie del cortado y tras ascender una rampa de piedras, presentando unas dimensiones de 1,8 x 3,3 metros. Otras dos aberturas de ubican por encima de esta principal, a modo de ventanales, a una altura de 5,5 metros desde el suelo de la cueva. El tabique de roca que separa la sala del exterior es estrecho, por lo que lo más probable es que estas tres entradas inferiores se abrieran al erosionarse el cantil donde se abre la cueva. La cuarta entrada la encontramos en el techo, existiendo un pozo de 13 metros desde el exterior hasta el suelo de la cavidad, a 5 metros de la entrada principal (entrada inferior). La cavidad está constituida por una sala con tendencia circular de 14 metros de longitud y con una anchura que oscila entre 9 y 7 metros. El suelo de la sala es llano y sin apenas desnivel, estando a la parte izquierda de la sala una repisa de roca y adosada a esta una gran colada estagmÃtica fósil de buenas dimensiones. Esta colada queda descubierta en un punto, donde se aprecia que por debajo de sus capas existe otra potente capa de brechas. En otros puntos aislados de la sala encontramos también coladas, pero de escaso desarrollo. En otro punto de la sala, más alejado de la boca encontramos una pared muy afectada por corrosiones, formada por pequeños agujeros circulares agrupados muy próximos. Esas formas las hemos visto y reseñado para algunas cavidades, frecuentando muchas veces las surgencias fósiles.
La cavidad es conocida desde antiguo, pues por debajo de ésta hay bancales de cultivo que ocupan toda la franja de pendiente hasta llegar al lecho del barranco. La Cova del Fumeral o también conocida como del Puntal, fue dada a conocer a nivel arqueológico en la década de 1960 por Vicente Giner Sospedra. Los materiales recogidos, tanto de cerámica, como de industria lÃtica fueron recogidos en los bancales inmediatos a la cavidad, pero su procedencia con toda seguridad está relacionada con la cueva. Estos materiales se los enseñaron a Ramón RodrÃguez Culebras, que en aquellos tiempos era profesor de CUC (Colegio Universitario de Castellón) donde estudiaba Giner Sospedra. Este prestigioso estudioso de historia del arte lo atribuyó al neolÃtico, por lo que de este modo paso a engrosar la lista de yacimientos neolÃticos en cueva de la provincia de Castellón. Se trata del asentamiento en cueva más antiguo del Baix Maestrat, en donde las láminas de sÃlex recogidas nos acercan posiblemente a un momento del paleolÃtico. |