En esta cavidad se encontró, a flor de tierra numerosa cerámica eneolÃtica, griega, ibérica y romana, lo que revela la continuada permanencia de pobladores dentro de "La Vall d'Artana". También se localizaron diversos restos humanos, aunque parece que no se trata de una cavidad sepulcral, sino de un escondite y los fallecidos parece que son el resultado de una acción violenta sobre este refugio. Fractura entre bloques compactos que forman los diferentes pisos, estrechos y caóticos. Su boca se asoma en diagonal al cielo y al campo de labranza (olivos y almendros), prácticamente mirando al este. Las dimensiones actuales (año 2006) de su boca, son de 1'20 metros de altura por 0'50 metros de anchura. Tras su entrada, una galerÃa descendente, a modo de pasillo escalonado, de 5 metros de longitud, nos lleva a la parte superior de las 2 partes principales en que se divide la cavidad. La parte inferior dispone de 2 bocas de acceso a la misma, una es acampanada, siendo aconsejable la que está más cercana a la boca y que presenta forma de gatera. El nombre de la cavidad proviene del dueño de la finca, Vicente Ferrero, quien en el año 1923, labrando la finca de algarrobos, se le atascó la reja del arado entre las rocas y al levantar una piedra de regular tamaño, vio que cerraba la entrada de una cueva estrecha y profunda a modo de sima. Movido por la natural curiosidad intentó explorarla, encontrando en su interior trozos de cacharros y restos humanos. Dió cuenta de su hallazgo a varias personas cultas de la localidad, entre ellas al jóven médico D. Vicente Tomás MartÃ, quien facilitó inmediatamente algunas piezas al Dr. F. Esteve. |